Las fachadas son tal vez el elemento más determinante del edificio.
Son la imagen del inmueble y, junto con la cubierta, de su comportamiento depende la protección y durabilidad del resto de elementos constructivos.
Es muy común que las fachadas de los edificios, cada aproximadamente 25-30 años acaben necesitando una rehabilitación, o cuanto menos una reparación parcial.
Los objetivos de rehabilitar las fachadas son los siguientes:
- Alargar la vida del edificio.
- Garantizar la calidad y seguridad del edificio.
- Prevenir costosas reparaciones, ya que cuanto peor este más cara será su reparación.
- Mejorar tu bienestar y reducir el consumo energético.
- Dar un valor añadido, ya que cuanto mejor este, mas durará y mejor será para su alquiler o venta.
- Da un servicio y calidad a los propietarios de la finca, repercutiendo en el bienestar y en una mejor eficiencia energética. Ello nos permitirá tener un importante ahorro económico en nuestras facturas de gas y luz.
Debido a que las patologías suelen ser comunes a la mayoría de los edificios, describiremos brevemente las circunstancias a tener en cuenta:
- Debemos localizar y cuantificar las patologías a reparar.
- Una vez localizados los daños, se debe decidir el tipo de solución a llevar a cabo como reparación. (Reparación parcial o total de las fachadas).
- Evaluar si, para los trabajos a realizar en las fachadas, es necesaria la instalación de un andamio. Esta cuestión, económicamente hablando es la más importante, puesto que suele ser la partida más costosa de la obra.
Si finalmente se opta por la colocación de andamios, no tiene sentido una reparación parcial que no amortice la inversión.
Si las obras a realizar son de naturaleza menor, recomendamos el empleo de personal especializado en trabajos verticales.
Debido a la reducción de costes respecto al montaje tradicional de andamios, esta forma de trabajar es recomendable para la realización de reparaciones puntuales y rápidas.